El barroco es un derroche de ornamentación, dramatismo y contrastes dorados que capturan la mirada. Aurum (oro en latín) es el reflejo de ese exceso encantador: brillos que iluminan cada paso, detalles bordados que recuerdan a los tapices y pinturas de los grandes palacios. No es solo un borcego, es una pieza de arte que pisa fuerte y no pasa desapercibida. El oro no se oxida, y este modelo es una declaración de que el arte y la elegancia son eternos.